Pablo Sánchez desarrolló en el taller de archivos dos trabajos diferentes, el primero tiene como punto de partida le investigación realizada en el inconcluso archivo del Servicio Nacional del Menor (SENAME), de la cil pudo obtener nomenclaturas y cifras sobre la situación de niños en riesgo social, la investigación deriva hacia la búsqueda del sujeto que era expuesto en el archivo como “caso”, los niños, así Sánchez comienza a recolectar fotografías –selfies– subidas por los mismos niños del Semame a Internet, las cuales luego son convertidas en llaveros seriados que son expuesto en grandes cantidades. Operación de inversión que en algún sentido retorna y desenmascara lo anónimo que hay en la percepción de aquellos niños que han sido marginados de la sociedad. El llavero como un objeto banal, torna a un signo de desarraigo y violencia, un objeto de barato que ahora porta en rostro de un niño marginado.
Por otro lado el trabajo que concluye siendo una instalación de bolsas marcadas con números, son el resultado de un proceso que comienza con la herencia de la agenda de la abuela de Sánchez, en esta agenda se anotó diariamente lo que la abuela iba a comprar, archivo cotidiano de una persona que iba perdiendo su memoria y que comienza a escribir cosas que para otros no conlleva sentido alguno. Esta agenda es tomada y perforada, Sánchez realiza las compras de su abuela que ya no está, compra, marca y archiva el contenido que con el paso del tiempo se va pudriendo, receptáculos que luego son expuestos con intersticios en que suponemos no hubo encargo. Finalmente asistimos con este trabajo a un cuerpo-residuo que ya no tiene sentido, pues el sujeto original que debería darle un uso, ya no existe, el residuo en algún sentido acá, nos señala el camino hacia la ausencia total, un camino vivo sujeto a la putrefacción y desaparición por completo.